lunes, 15 de febrero de 2010

La elección virtuosa: Aristóteles

Aristóteles se ha significado como uno de los filósofos más importantes de todos los tiempos y ha sido uno de los pilares del pensamiento occidental. Sus obras, escritas hace más de dos mil trescientos años, siguen ejerciendo una influencia notable sobre innumerables pensadores contemporáneos y continúan siendo objeto de estudio por parte de múltiples especialistas. La filosofía de Aristóteles constituye, junto a la de su maestro Platón, el legado más importante del pensamiento de la Grecia antigua.
Pese a ser discípulo de Platón, Aristóteles se distanció de las posiciones idealistas, para elaborar un pensamiento de carácter naturalista y realista. Frente a la separación radical entre el mundo sensible y el mundo inteligible planteada por las doctrinas platónicas, defendió la posibilidad de aprehender la realidad a partir de la experiencia. Así pues, en contra de las tesis de su maestro, consideró que las ideas o conceptos universales no deben separarse de las cosas, sino que estaban inmersos ellas, como forma específica a la materia. Por estos motivos, otorgó gran importancia a los estudios científicos y a la observación de la naturaleza. Sin embargo, las preocupaciones de Aristóteles no se dirigieron únicamente al estudio especulativo de las cosas y sus causas, sino que también se centraron en cuestiones de lógica formal, moral, política y estética. De acuerdo con las fuentes antiguas, el filósofo griego escribió 170 obras, aunque sólo 30 se han conservado hasta nuestros días.
Durante mucho tiempo, el pensamiento aristotélico se vio eclipsado por el prestigio de las doctrinas de Platón. En época de la Roma cristianizada, el naturalismo y el realismo de Aristóteles eran despreciados y se privilegiaban las lecturas neoplatónicas de Plotino y Beocio. Debido al espiritualismo que caracterizó al pensamiento medieval, las doctrinas de Platón gozaron de preeminencia hasta el siglo XII.
Aristóteles distingue dos tipos de virtudes: dianoéticas (propias del intelecto) y éticas (propias de la voluntad). Hay que destacar que la ética de Aristóteles huye en todo momento del intelectualismo moral de Sócrates y Platón: para hacer el bien no basta con saber, con conocer, sino que es necesario querer hacerlo. Inteligencia y voluntad deben colaborar en su justa medida, pues para Aristóteles el ser humano es una inteligencia deseante o un deseo inteligente. Estas dos partes esenciales del ser humano, inteligencia y voluntad, son combinadas de un modo adecuado por el hombre prudente, que es el ejemplo al que nos remite Aristóteles para explicar qué es la virtud, precisamente porque el prudente es que el elige bien (sabe elegir, virtud intelectual) y lleva a cabo esa acción elegida. La prudencia se convierte en una de las virtudes más importantes de la Ética a Nicómaco. Se define en los siguientes términos: “modo de ser verdadero, racional y práctico, respeto a lo que es bueno para el hombre”. El prudente es capaz de determinar qué es lo verdadero en un doble plano: teórico (racional) y práctico (voluntad). El prudente es el que toma las decisiones adecuadas en el momento adecuado. Evidentemente, llegar a ser prudente es tarea para toda una vida, y requiere acumular mucha experiencia y errores.
Aristóteles se plantea diferentes estilos de vida, y se pregunta cuál es el que más nos acerca a la felicidad: así hay quien vive pendiente de los placeres, de las riquezas, o los honores y la fama. Para Aristóteles ninguno de estos estilos de vida pueden calificarse de felices: todos ellos están sujetos a los vaivenes de la fortuna. Las riquezas, la fama o los honores se van de la misma forma que llegan, son tan efímeros como los placeres, permanentemente amenazados por la enfermedad o por el envejecimiento propio de la vida. Por eso dice Aristóteles que la forma de vida feliz es aquella en la que el ser humano desarrolla sus capacidades propias: la vida teórica. Si el logos diferencia al hombre del resto de animales, podremos llamar feliz a aquel ser humano que viva según el lógos, entendido en un sentido amplio (palabra, pensamiento, razón…) Sólo la vida teorética es una vida autárquica. El hombre que disfruta con el conocimiento no necesita de nada más y por ello, nada nos impide llamar feliz al hombre virtuoso, que lleva una vida teórica y que cuenta además con los suficientes bienes externos (salud, alimentos, vestido, cobijo…).

Carlos Navarro Molina

1 comentario:

rociogarcia dijo...

Aristóteles pensaba muy bien de la vida, que lo importante no era la riqueza ni el honor, por que para que sirven esas cosas sin buena salud, lo importante como dice Aristóteles es la salud.